Tanto Adviento, como Cuaresma, son tiempos de reflexión.
en Adviento, os pusimos esta oración-canción de Juanes, que hoy queremos volver a compartir con vosotros porque su mensaje es valido para esta cuaresma
La libertad es patrimonio de todo ser humano que respeta la dignidad e integridad de sus semejantes.
“Yo te nombro, libertad” es un poema atribuido generalmente al poeta francés Paul Éluard, quien, en 1942, escribió otro poema, Libertad, que los ingleses lanzaron sobre París, ocupada por los nazis, cuando el verdadero autor del mismo fue Gian Franco Pagliaro.
Nacha Guevara, llevó a la canción este poema en los años 70 en Argentina, en plena dictadora, llevando a la canción a una relevancia que llega a nuestros días.
Esta canción, en esta cuaresma hace referencia a todos los lugares donde sucede lo que se describe. Uganda, corea del Norte, Ucrania, o incluso en países muchos más cercanos. Incluso en casos concretos, no sistemáticos en paises democráticos.
Este es un poema cantado que clama por la libertad del ser humano. Esa libertad que Dios nos ha dado, ese Don tan maravilloso
Dios nos ha hecho libres, pero cuantos de nosotros desconocemos nuestras verdaderas fuerzas y no luchamos por nuestra libertad, por nuestros derechos, por nuestros deseos, nuestros sueños.
Imagínate que un día sales de casa, porque has quedado con alguien con quien sueles encontrarte siempre en el mismo sitio. Antes de salir, no ves que te ha escrito un e-mail diciéndote que no estará allí, sino en otro lugar. Sales de casa, sabiendo de sobra las calles por las que tienes que ir, el autobús que tienes que coger y la parada en la que tienes que bajarte, porque no entra en tu esquema que haya cambiado sus planes.
Da la casualidad de que el autobús, se detiene en la parada donde te está esperando tu amigo. Él te ve y te hace señas para que bajes, pero vas a lo tuyo, oyendo música, mirando el reloj porque el autobús se ha retrasado y no te enteras.
Él echa a correr hacia la siguiente parada mientras te llama al móvil para decirte que te bajes. Pero con la música, no te das cuenta de que te está llamando. De hecho, ni siquiera ves que la persona que va a tu lado te hace señas indicando que te está sonando el móvil.
Tu amigo, viendo que no puede avisarte, decide esperar al siguiente autobús e ir al sitio de siempre y allí contarte lo ocurrido. Es verdad que el resultado es el mismo; un encuentro, pero todo hubiera sido más sencillo si te hubieras planteado que podía haber cambios, o hubieras prestado atención a tu móvil.
Creo que en la relación con Dios, muchas veces nos ocurre lo mismo. Salimos a buscarle donde siempre le hemos encontrado, sin pensar que puede estar esperándonos en un sitio nuevo. Por eso, tal vez la Cuaresma sea un buen momento para recalcular nuestra ruta y con todo, mirar al móvil de vez en cuando, atentos a sus mensajes.
A veces el dolor se padece más que se siente. Ayer volví a ver a Juan.
No sé, me impresiona mucho su mirada, abatida, triste, de petición. Me lo encuentro todos los días a la puerta. Siempre con un gesto sencillo, con su mano dispuesta. Rostro de necesidad. Mano que pide sencillez.
De repente, sentado en mi sitio, en el silencio, recuerdo las palabras del evangelio. Aquella invitación de Jesús, fíjate y atiende, a los gestos pequeños. A fijar la mirada en la viuda. En la moneda. En el gesto.
Algo de esto tiene vivir desde la limosna. Que somos invitados a dar, pero dar supone renunciar a algo propio. A lo mío. Dar es caer en la cuenta de yo también puedo. Ofrecerse. La propuesta ahora me parece más clara que antes. No se trata de dar mucho, sino de darlo todo. Lo que se tiene, no lo que me sobra. Es poner algo de misericordia en lo que se vive. Una mirada que sabe leer entre líneas, que está atenta a la sed de compasión de aquellos que te rodean. Una forma de relacionarse con los otros de otra manera. No es un dar y recibir continuo. Sino que se trata de hacer a los otros partícipes de lo mío. Compartir lo que tengo. No es sacar de la bolsa, sino sacar del corazón. Expresión de un amor.