Niña con el mundo en el alma.
Sutil, discreta, oyente,
capaz de correr riesgos.
Chiquilla de la espera,
que vence al miedo.
Señora del Magníficat,
que canta la grandeza
velada en lo pequeño.
Y ya muy pronto, Madre.
Hogar de las primeras enseñanzas,
discípula del Hijo hecho Maestro.
Valiente en la tormenta,
con Él crucificada,
abriéndote al Misterio.
Refugio de los pobres
que muestran, indefensos,
su desconsuelo
cuando duele la vida,
cuando falta el sustento.
Aún hoy sigues hablando,
Madre Nuestra,
atravesando el tiempo
mostrándonos el camino
cada 'hágase' convierte
en un nuevo comienzo.
(José María Rodríguez Olaizola, sj)
Bendita sea tu pureza,
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, Celestial Princesa,
Virgen Sagrada, María,
te ofrezco desde este día
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión.
No me dejes, Madre Mía,
por Tu Pura Concepción,
Amén.
Venerable Mary Ward, ruega por nosotros.
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