Hechos de los Apostoles
Los guardias condujeron a los apóstoles a presencia
del Sanedrín, y el sumo sacerdote les interrogó: "¿No os habíamos
prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado
Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de
ese hombre." Pedro y los apóstoles replicaron: "Hay que obedecer a
Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a
quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo
exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con
el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo,
que Dios da a los que le obedecen." Esta respuesta los exasperó, y
decidieron acabar con ellos.
que obedecer a Dios.
No desde el temor o la ley.
No desde la imposición
o la inercia.
No con espíritu resignado,
ni porque no haya otro remedio.
Es, más bien, obedecer
a la voz interior
que nos habla de lo justo,
lo bello, lo cierto.
Que nos enseña a mirar
con ojos nuevos
y descubrir, en torno,
las posibilidades,
inmensas,
del mundo viejo
que está hambriento
de vida y resurrección.
No desde la imposición
o la inercia.
No con espíritu resignado,
ni porque no haya otro remedio.
Es, más bien, obedecer
a la voz interior
que nos habla de lo justo,
lo bello, lo cierto.
Que nos enseña a mirar
con ojos nuevos
y descubrir, en torno,
las posibilidades,
inmensas,
del mundo viejo
que está hambriento
de vida y resurrección.
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