Dios de los extranjeros e inmigrantes, en esta hora nos acercamos a ti como peregrinos en una jornada de fe que nos reúne con muchas personas de diferentes países, étnias y lenguas.
Tú que guiaste al pueblo de Israel durante el éxodo y durante el exilio
Tú, Dios de José, el exiliado en Egipto
Tú, Dios de Daniel, el exiliado en Babilonia.
Jesús, danos visión daltónica, aquella que no distingue colores.
Jesucristo, galileo desplazado, el cual naciste lejos de tu hogar y de tu gente
tú que huiste a Egipto con tus padres y que cuando volviste del exilio sufriste la opresión de Pilato, servidor de un imperio extranjero.
Como muchos inmigrantes nuestros, fuiste perseguido, injuriado, acusado y juzgado en un juicio injusto y parcial. Igual que nuestros chistes racistas, de ti preguntaron: “¿Y sale algo bueno de Nazaret?” Hoy osamos preguntar: “¿Y sale algo bueno de República Dominicana de Haití de Cuba de México, etc.?”
Espíritu Santo, ¡cuánto te pareces a los inmigrantes, ya que te la pasas de un sitio a otro, hablas todas las lenguas, habitas en todos los países y reúnes todas las razas!
Pueblo cristiano, todos somos extranjeros, porque aún nuestra fe cristiana nos fue heredada como gentiles –ni aún nuestra fe cristiana es autóctonamente nuestra.
Finalmente, Dios, hoy quiero gritar como lo hacen muchos de mis hermanos y hermanas del extranjero. Hoy quiero decir, así como cantó otro extranjero (Alberto Cortés), “No me llames extranjero”.
No me llames extranjero
porque haya nacido lejos
O porque tenga otro nombre
la tierra de donde vengo
No me llames extranjero
Ni pienses de dónde vengo
mejor saber dónde vamos
a dónde nos lleva el tiempo.
No me llames extranjero
Es una palabra triste
Es una palabra helada
Huele a olvido y a destierro
No me llames extranjero
Mira tu niño y el mío
Como corren de la mano
Hasta el final del sendero
No me llames extranjero
mírame bien a los ojos
mucho más allá del odio
del egoísmo y el miedo
y verás que soy un hombre
no puedo ser extranjero
No me llames extranjero.
En el nombre del Padre, Hijo y Espiritu Santo. Amén.
Tú que guiaste al pueblo de Israel durante el éxodo y durante el exilio
Tú, Dios de José, el exiliado en Egipto
Tú, Dios de Daniel, el exiliado en Babilonia.
Jesús, danos visión daltónica, aquella que no distingue colores.
Jesucristo, galileo desplazado, el cual naciste lejos de tu hogar y de tu gente
tú que huiste a Egipto con tus padres y que cuando volviste del exilio sufriste la opresión de Pilato, servidor de un imperio extranjero.
Como muchos inmigrantes nuestros, fuiste perseguido, injuriado, acusado y juzgado en un juicio injusto y parcial. Igual que nuestros chistes racistas, de ti preguntaron: “¿Y sale algo bueno de Nazaret?” Hoy osamos preguntar: “¿Y sale algo bueno de República Dominicana de Haití de Cuba de México, etc.?”
Espíritu Santo, ¡cuánto te pareces a los inmigrantes, ya que te la pasas de un sitio a otro, hablas todas las lenguas, habitas en todos los países y reúnes todas las razas!
Pueblo cristiano, todos somos extranjeros, porque aún nuestra fe cristiana nos fue heredada como gentiles –ni aún nuestra fe cristiana es autóctonamente nuestra.
Finalmente, Dios, hoy quiero gritar como lo hacen muchos de mis hermanos y hermanas del extranjero. Hoy quiero decir, así como cantó otro extranjero (Alberto Cortés), “No me llames extranjero”.
No me llames extranjero
porque haya nacido lejos
O porque tenga otro nombre
la tierra de donde vengo
No me llames extranjero
Ni pienses de dónde vengo
mejor saber dónde vamos
a dónde nos lleva el tiempo.
No me llames extranjero
Es una palabra triste
Es una palabra helada
Huele a olvido y a destierro
No me llames extranjero
Mira tu niño y el mío
Como corren de la mano
Hasta el final del sendero
No me llames extranjero
mírame bien a los ojos
mucho más allá del odio
del egoísmo y el miedo
y verás que soy un hombre
no puedo ser extranjero
No me llames extranjero.
En el nombre del Padre, Hijo y Espiritu Santo. Amén.
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