Buenos días, os pido que dejemos por un
momento todo lo que estamos haciendo para comenzar la oración de la mañana.
Mary pasó parte de su vida el desarrollo de
una Congregación religiosa para mujeres, según el modelo ignaciano, para ello
necesitaba la aprobación del Papa. Tres veces ella y sus compañeras caminaron a
Roma desde Flandes, dos veces intentaron ganarse esta aprobación y la
tercera vez- como si fuese una prisionera de la Inquisición- siguió
la supresión de su Congregación por el Papa Urbano VIII en 1631. Durante este
período fundó diferentes casas y escuelas en Lieja, Colonia, Nápoles, Munich,
Viena, Pressburg y en otros lugares, a menudo a requerimiento de las normas
locales y de los obispos, pero la aprobación papal no llegaba.
La autorización del Papa y de las autoridades
eclesiales para fundar una Congregación Apostólica, sin clausura para las
mujeres era en aquel tiempo inconcebible, y suponía ir demasiado lejos
cuando la Reforma
del Concilio de Trento había prohibido fundar nuevas congregaciones religiosas
y confinado a las mujeres a la estricta clausura.
Si ella se hubiese preparado y comprometido
a aceptar una forma de vida religiosa en clausura, hubiera obtenido la
aprobación papal. Sin embargo, ella no lo hizo y prefirió hacer frente a
la disolución y abolición de su congregación, sufrir prisión, ser acusada como
hereje y ser desacreditada antes que abandonar su profunda convicción que era:
“No hay tal diferencia entre hombres y mujeres, y las mujeres podrán hacer
mucho en este tiempo”.
Dios Padre nuestro, ayúdanos a participar
en la misión que tu Hijo Jesús tiene en toda la creación. Haz que nuestro
colegio sea signo de tu presencia y testimonio de la Buena Nueva. Que tu
Espíritu nos de sabiduría y nos guíe como guiaste a Mary Ward durante su vida
de entrega, de servicio y de generosidad.
Hecha nuestra petición nos despedimos en el
nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Amén.
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