Bienaventurados
los que saben
reírse
de sí mismos,
¡porque
no acabarán nunca de divertirse!
Bienaventurados
los que saben distinguir
una
montaña de un guijarro,
¡porque
evitarán muchos fastidios!
Bienaventurados
los que saben reposar
y
dormir sin encontrar excusas,
¡porque
serán sabios!
Bienaventurados
los que saben
escuchar
y callar,
¡aprenderán
cosas nuevas!
Bienaventurados
los que están atentos
a
las necesidades de los demás,
sin
sentirse indispensables,
¡serán
dispensadores de alegría!
Bienaventurados
vosotros
si
sabéis mirar seriamente
las
cosas pequeñas,
y
tranquilamente las cosas importantes,
¡iréis
lejos en la vida!
Bienaventurados
vosotros
si
sabéis apreciar una sonrisa
y
olvidar una afrenta,
¡vuestro
camino está lleno de sol!
Bienaventurados
vosotros
si
sabéis interpretar con benevolencia
las
actitudes de los demás,
aun
contra las apariencias:
seréis
tomados por ingenuos,
¡pero
este es el precio de la caridad!
Bienaventurados
los que piensan
antes
de actuar,
y
que oran antes de pensar,
¡evitarán
estupideces!
Bienaventurados
vosotros,
que
sabéis reconocer al Señor
en
todos aquellos que os encuentran,
¡habéis
encontrado la luz
y
la verdadera sabiduría!