Hebreos 13,17-18 …Tened confianza en vuestros dirigentes y obedeced a su autoridad, porque ellos se desvelan por vuestro bien como quienes han de dar cuenta, para que lo hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no os traería ventaja alguna. Rezad por nosotros, pues estamos seguros de tener recta conciencia, queriendo comportarnos bien en todo.
Reflexión:
El Papa Francisco al dirigirse recientemente a las religiosas responsables de todas las congregaciones y órdenes femeninas, dijo Es imposible para un hombre o una mujer consagrada no "sentir" con la Iglesia; un "sentir" con la Iglesia generado en el bautismo encuentra una de sus expresiones filiales en la fidelidad al Magisterio, en la comunión con los Pastores y con el Sucesor de Pedro, el Obispo de Roma, un signo visible de la unidad.
¿Es posible tal actitud afectiva de sentirse parte esencial de la iglesia hoy en día cuando nos encontramos con una Iglesia humanamente imperfecta, una Iglesia que ha perdido su credibilidad, esta globalmente desmoralizada y es vista como irrelevante por muchos en nuestro mundo postmoderno? Sin embargo, la Iglesia en la época de Mary Ward era igualmente defectuosa y ella nunca vacilo en su fidelidad al Papa y a la Iglesia. Ella perdono a sus enemigos y los valoraba como amigos a pesar de las graves injusticias y humillaciones sufridas a manos de la Iglesia que ella amo y sirvió.
Fue a causa de su relación íntima con Cristo por lo que ella fue capaz de permanecer en comunión con y pensar, sentir y amar a la Iglesia, como la "esposa" de Cristo, sin dejar de ser fiel a las intuiciones fundacionales dadas a ella por el Espíritu de Dios.
Dios de amor, danos la sabiduría para permitir que tu Espíritu Santo cree en nosotras y en la comunidad eclesial, la unidad de mente y de corazón y nos permita apoyar al Magisterio y a la vez ser una "presencia profética en la Iglesia y en el mundo".
ORACIÓN
El poder de tu gracia
Cobijados por el tremendo poder
de tu gracia
y aguardando confiados,
aquello que ha de venir,
sabemos que Dios está con nosotros
de día y de noche
y que no deja de recibirnos
al llegar un nuevo dÍa.
Dietrich Bonhoeffer (1906-1945)
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