Se busca «Espíritu»
¿Alguna vez has oído decir de alguien que no tiene ningún espíritu? Se usa para decir algo así como que es una persona desganada, desgarbada, que parece que le falte pasión, intensidad o vitalidad. Desde la fe, el espíritu es «El espíritu de Dios», esa presencia de lo divino en nuestras vidas, que se convierte en aliento, intuición, emoción o memoria viva. Ahora que nos acercamos a la fiesta de Pentecostés –la fiesta del espíritu- es, quizás, momento para hacernos conscientes de esa presencia, para pedirle a Jesús que nos envíe su espíritu y para dejar que esa fuerza viva de Dios en nosotros contagie y entusiasme al mundo.
Mucha gente dice que es «espiritual». No siempre quieren decir que detrás de esto haya algo religioso. Para muchas personas, basta con hablar del mundo interior, valores, dimensiones intangibles. En este caso, lo espiritual sería lo contario a lo material.
Pero, desde la fe, hay un contenido religioso en ese espíritu. Y desde la fe, ser una persona espiritual es ser una persona que deja que dentro resuene el eco de Dios, que su palabra inspire, su vida llame, su fuerza sostenga y su proyecto envuelva.
Señor, envíanos tu espíritu, que se convierta en presencia viva, en agua que riegue la tierra que somos, en pasión que nos empuje a caminar.
Pero, desde la fe, hay un contenido religioso en ese espíritu. Y desde la fe, ser una persona espiritual es ser una persona que deja que dentro resuene el eco de Dios, que su palabra inspire, su vida llame, su fuerza sostenga y su proyecto envuelva.
Señor, envíanos tu espíritu, que se convierta en presencia viva, en agua que riegue la tierra que somos, en pasión que nos empuje a caminar.
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